Etapas de formación

ETAPA PROPEDÉUTICA

Es la primera etapa de vida en el Seminario Mayor después de haber pasado por un proceso de discernimiento guiado por la pastoral vocacional de la arquidiócesis. El objetivo de esta etapa consiste en “asentar las bases sólidas para la vida espiritual y favorecer el autoconocimiento del candidato, en aras del desarrollo humano y cristiano”. Su duración es de un año

ETAPA DISCIPULAR

Se le llama discipular a la segunda etapa de formación en el seminario, porque en ella se espera que el seminarista llegue a tomar la decisión definitiva y vinculante de ser discípulo misionero del Señor, teniendo en cuenta aquello de lo que habla el Evangelio: “los llamó para que estuvieran con Él” (Cfr. Mc 3, 14). El objetivo primordial de esta etapa es arraigar al seminarista en el seguimiento de Cristo, escuchando su Palabra, conservándola en el corazón y poniéndola en práctica. La duración de esta etapa en el Seminario Mayor de Manizales corresponde a dos años de estudios filosóficos.

ETAPA CONFIGURADORA

Aquí el Seminarista se concentra en la configuración con Cristo, para que, unido a Él, pueda hacer de la propia vida un don para los demás. La etapa configuradora se ordena a una conformación progresiva con Cristo Cabeza, Siervo, Esposo, Pastor y Profeta de la Iglesia. Tiene como finalidad asegurar el proceso de la transformación en Cristo a fin de que el candidato llegue a la recepción del sacramento del Orden muy bien dispuesto. Esta etapa consta de cuatro años de formación en los saberes teológicos.

AÑO DE FORMACIÓN PASTORAL MISIONERA

El año de pastoral dentro de la formación sacerdotal del seminario es importante porque el seminarista tiene la oportunidad de profundizar y madurar su propia identidad cristiana, además podrá tener un acercamiento más concreto a la realidad diocesana realizando diferentes actividades apostólicas en comunión con el párroco y los fieles de la parroquia a la cual es enviado.

Etapa de síntesis vocacional

Es la última etapa de la formación, normalmente coincide con el ejercicio del ministerio diaconal y se trata de un tiempo propicio para consolidar el proceso de maduración del candidato y la inserción a la vida en el presbiterio diocesano. Al culminar con éxito esta etapa el candidato es llamado para la ordenación sacerdotal. Es bajo estos parámetros, que el candidato a las órdenes sagradas se va preparando de manera académica, comunitaria, pastoral y espiritual a fin de que el ministerio que le es conferido pueda ser de frutos abundantes para la Iglesia y las comunidades a las cuales es enviado como pastor del rebaño y misionero de Jesucristo el Señor.